 Empieza a acercarse ese momento, en el que no sabes si embarcar en un tren, o construir el tuyo ajeno a todo lo que pase alrededor.
Empieza a acercarse ese momento, en el que no sabes si embarcar en un tren, o construir el tuyo ajeno a todo lo que pase alrededor. Quizás parezca egoísta, pero hoy por hoy, prefiero mi tren, saber por donde va, y donde se tiene que detener. No quiero aferrarme a unas vías ni a unas catenarias de las cuales no se nada, ni siquiera el rumbo que llevan ni donde me van a dejar varado. Quizás sea ese el miedo, a la decepción, al no poder llegado hasta el final del viaje, en ese tren, que se presentó hace unas semanas, y que no se el tiempo que va a estar esperando a que yo me incluya dentro. No se si es tiempo lo que necesito, porque lo que quiero es que pase todo rápido, saber lo que tengo, y donde puedo aferrar mis sentimientos, que no se si los tengo, o no, o si no los entiendo.
Por eso, y por otras razones quizás ajenas al mundo, decido poner yo mi tren, y que la primera estación en que pare, se llame cordura.
 
