sábado, 23 de junio de 2012

Astucia

Llevo varios días queriendo decirme a mí mismo la verdad sobre las cosas que me rodean, y ni yo soy capaz de asimilarlo. Quizás fue ese fallo, el que acarreo, el que no se cerrar de una vez, el que me atormenta cada noche y me desvela del sueño.

Dicen que cuando deseas algo tan fuerte parece que viene. La única manera de asemejarme a la realidad que deseo es soñar. Leí, que el sueño puede llegar a hacer daño, y sentí, que noche tras noche, me lo estaba haciendo. Hoy sigo preguntándome si prefiero soñar, o que me interrumpa el sueño ese dichoso pensamiento. Ambas cosas llegan a ser lo mismo, o eso pienso yo, y como en tantas cosas en la vida, sé que me estoy equivocando de nuevo. Otra caída que dejara esa huella tan imborrable, y que solo el tiempo sabe cicatrizar.

A veces, lo mejor, es dejarse llevar, y desconectar de ese tiempo que el tiempo un día me robo, y que anhelo por encima de todo poder recuperarlo.

Como un tonto que teje su propia telaraña, seguiré pensando que eres para mí.


viernes, 18 de noviembre de 2011

...

Prefiero irme a los infiernos si no te como la boca.

viernes, 21 de octubre de 2011

A la próxima estación

Empieza a acercarse ese momento, en el que no sabes si embarcar en un tren, o construir el tuyo ajeno a todo lo que pase alrededor.

Quizás parezca egoísta, pero hoy por hoy, prefiero mi tren, saber por donde va, y donde se tiene que detener. No quiero aferrarme a unas vías ni a unas catenarias de las cuales no se nada, ni siquiera el rumbo que llevan ni donde me van a dejar varado. Quizás sea ese el miedo, a la decepción, al no poder llegado hasta el final del viaje, en ese tren, que se presentó hace unas semanas, y que no se el tiempo que va a estar esperando a que yo me incluya dentro. No se si es tiempo lo que necesito, porque lo que quiero es que pase todo rápido, saber lo que tengo, y donde puedo aferrar mis sentimientos, que no se si los tengo, o no, o si no los entiendo.

Por eso, y por otras razones quizás ajenas al mundo, decido poner yo mi tren, y que la primera estación en que pare, se llame cordura.

sábado, 25 de junio de 2011

Mucha gente no sabe que el ojo humano tiene un punto ciego en su campo de visión. Hay una parte del mundo para la que estamos literalmente ciegos. El problema es que a veces nuestro punto ciego nos protege de cosas que no deberían ser ignoradas. A veces nuestro punto ciego hace que nuestras vidas sean felices y radiantes. En lo que se refiere a los puntos ciegos quizá nuestros cerebros no estén resarciéndose. Quizá están protegiéndonos.

Quizás, mi punto ciego, me está haciendo ver esa ocasión que nunca debí ver. O quizás, me esconde la más maravillosa de las armonías en el mundo. No lo se, tampoco quiero saberlo.

Y quizás, por no querer saberlo, por ser cobarde de mis actos, voy a perder lo que en esta vida yo anduve buscando.

Jose Manuel

domingo, 29 de noviembre de 2009

1, 2, 3, 4...


Contar estrellas antes de dormir no valio para que no me volviera loco. Pero sin embargo, todas las noches, antes de saber que voy a desconectar despues de todo el día, invierto un tiempo de mi tiempo en contar esos puntos "insignificantes" existentes en el techo del mundo. Se que no servira, pero hace que me sienta tranquilo. Deseo evadirme, y ni si quiera llego a desaparecer. Deseo evadirme de nuevo a ese mundo que el mundo desconoce, donde los principes son rosas y las princesas azules.

lunes, 5 de octubre de 2009

Listo!

Cuando está todo listo, y bien realizado, es la hora de cosechar. Habrán cosas que caigan al suelo, cosas que se pierdan en el aire y cosas que ni siquiera sepamos que hemos sembrado. Cuando todo está listo, cuando ya no queda mas que recoger, nos damos cuenta de lo hermoso que es ver crecer lo que con esfuerzo hemos plantado.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Tac tac

Peleé cada palabra, cada frase, cada giro, cada imagen y cada letra com si fuesen las últimas que fuera a escribir. Escribí y reescribí cada línea como si mi vida dependiese de ello, y entonces la reescribí de nuevo. Por toda compañía tuve el eco del tecleo incesante y el gran reloj de pared agotando los minutos que restaban hasta el amanecer.

Al final, dos frases, inscritas al final, como si no quisieran que fueran leidas.