jueves, 24 de septiembre de 2009

Tac tac

Peleé cada palabra, cada frase, cada giro, cada imagen y cada letra com si fuesen las últimas que fuera a escribir. Escribí y reescribí cada línea como si mi vida dependiese de ello, y entonces la reescribí de nuevo. Por toda compañía tuve el eco del tecleo incesante y el gran reloj de pared agotando los minutos que restaban hasta el amanecer.

Al final, dos frases, inscritas al final, como si no quisieran que fueran leidas.

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